Ya ni me acordaba de nadie. Mi mente estaba en blanco. Y me ví. Me ví en el espejo q se apoyaba en la máquina de cocer ya sin correa. Me miré con amor, como lamayoría de las veces.
Mi exterior reflejaba inpaciencia e inquietud. Tenía miedo de volvel y, al mismo tiempo, moría de ganas de estar por fin en sus manos.
Nunca había visto este espejo, nunca me había visto en este lugar. Pero verme ahí independiente y dueña de mi, me subió el autoestima y mi ego charlaba con los dioses por un rato.
Adrenalina. Adrenalina.
Estaba tan exitada como cada vez q estaba allí. No sabía muy bien qué era lo q me implulsaba hacia ese lugar, pero encontrar la felicidad allí creo q es una causa razonable. Era tan fácil llegar allí. Era tan grande lo q sentía. Siempre había algo nuevo q incrementaba mi felicidad.
Algo. Alguien.
Cuando no estaba mi hermana mayor, nadie notaba mi presencia o ausencia en casa, y yo aprovechaba los jueves para salir porq ella se iba a ingles y nadie me comprendía.
No dejaba de mirarme. Realmente me gustaba mi imagen y creía conocer y amar mi fondo, pero LEJOS estaba de eso. Mis ojos se fijaron su propio reflejo e intentaron decirme algo a gritos, pero yo no los leía.
Las dos colitas q tenía en la cabeza ya no estaban en el lugar q mi madre las había puesto hoy a la mñana, pensé en arreglarlas, pero en seguida usé ese pretexto para volver a sentirme mejor con-migo-misma. Además estar des_peinada me diferenciaba del resto de las personas q de mi edad, y eso me seduacía aún más. Amaba sentirme diferente. A esta altura la imagen del espejo ya había crecido demasiado y mi imagen ya se había convertido en una persona adulta, con pelos y esas cosas q tienen los adultos. Muchas veces exprerimentaba esa sensación de auto-amor y grandeza, pero sabía q se terminaba y retrocedía en cuanto yo estaba con e.
Y e. llegó.-
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